lunes, 10 de octubre de 2011

Quinta parte (última)

Durante los doce meses siguientes estuvo investigando sobre el tsunami, pero los pocos que lo habían visto solo afirmaban haber visto una luz intensísima proveniente de algún punto indefinido en el aire que había frenado el avance de la ola, y que luego había caído al mar. Cintia, sumida en un estado completamente melancólico, no dejó la carta en un sitio que no fuera su propia mano. Pasó todo el año llorando lágrimas amargas, y únicamente se movió a los nueve meses para abrir el regalo de cumpleaños que, como bien había previsto Nick, llegó con retraso.
El día de su decimonoveno cumpleaños no difirió de los anteriores. Había tenido llamadas, sí, y precisamente por eso estuvo a punto de no abrir la puerta, pero algo, no sabía muy bien qué, la empujó a hacerlo. El timbre volvió a sonar, casi se podría decir que con impaciencia, y Cintia abrió la puerta.
-Correspondencia para la señorita Cintia.
El cartero le entregó un sobre muy bien cerrado. Ella lo abrió sin mucho entusiasmo, y leyó: Me has esperado y, como prometí, he vuelto. Te quiero.
Levantó la vista hacia el cartero con una pregunta en los labios, pero esta nunca fue formulada. Él levantó la gorra y posó sus ojos grises en ella, cargados de emoción. Pasados unos instantes, Cintia cayó de rodillas y comenzó a llorar, pero ya no eran lágrimas tristes, como las anteriores, sino lágrimas de esperanza y de la perspectiva de un nuevo futuro. El futuro que había llegado a pensar que se había esfumado para siempre.
Nick se arrodilló junto a ella y la abrazó como nunca lo había hecho.
-Pero, ¿cómo es posible? Tú... caíste al mar... la luz...
-Tranquila - la tranquilizó él -. Logré evitar el choque antes de rozar la superficie del agua, aún no sé cómo, pero nadie me vió porque ya se había extinguido la luz con la que paró la ola. No sé si lo entiendes, pero creo que sí.
-¿Y por qué has tardado tanto en volver? - le reprochó Cintia.
Me quedé sin fuerzas y me arrastré como pude hasta la orilla. Llegué hasta una casa donde me acogió un anciano que vivía solo. Por otra parte... - titubeó-, creía que estarías furiosa conmigo porque te prometí que no te abandonaría y... bueno, lo hice. Únicamente tras todo este tiempo me logró convencer el anciano de que viniera. Tardó en persuadirme los tres meses que estuve recuperado, y solo porque me acordé de... - levantó la cabeza - ¿Cómo está... el regalo? ¿Es...?
No logró terminar la pregunta, porque Cintia tiró de él hasta en dormitorio, donde había añadido una cuna acorde con el resto de la estancia.
-Niña - completó Cintia la pregunta -. Pero no sé cómo llamarla. Aunque ya han pasado tres meses... no se me ocurría nada, y además, tu también tienes que colaborar en el nombre. Eres el papá - añadió con una sonrisa.
-Esperanza - le devolvió la sonrisa Nick tras unos instantes de reflexión -. Si a tí te parece bien - añadió vacilante.
-Es perfecto. Y muy apropiado. Esperanza... - susurró ella -. Pero, ¿te volverás a marchar? Me volverás a dejar sola, ¿verdad?
-No, contestó Nick rotundamente -. Nunca más.
Y, atrayéndola hacia él, la besó, poniendo toda su alma en aquel beso, como si fuera el último... o el primero.

FIN

3 comentarios:

  1. sabias que en el título pusiste "quiEnta parte"???

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  2. Gracias por decírmelo jajaja :)
    te gustó?

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  3. Si es muy bonito :3.Ohhhh y lo del bebé... q romántico...¿tu q quieres bebes? XD no te enfades. Bss que ya sabs q t quiero

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