jueves, 6 de octubre de 2011

Primera parte(II)

Le miró disimuladamente, pero se topó con sus ojos observándola directamente. Desvió la mirada hacia el profesor. No fue tan buena idea; este también estaba mirándola fijamente, como esperando algo. En ese momento se percató de que la clase entera tenía puesta su atención en ella. Maldijo para sus adentros.
-Perdón, me he despistado. ¿Podría repetir la pregunta?
-No he formulado nunguna, señorita - contestó el maestro -. Estamos presentándonos al nuevo alumno, Nicholas, y ya es su turno. Diga su nombre, alto y claro.
-Me llamo Cintia - dijo ella a regañadientes. No le miró a los ojos, ni a Nicholas ni al profesor.
-Encantado, Cintia - respondió él -. Soy Nicholas, pero prefiero que me llamen Nick.
-Qué bien - contestó Cintia sin mucho entusiamo -. Bienvenido al instituto.
-Gracias.
Tras finalizar las presentaciones, comenzó la primera clase del lunes. Cintia trató de prestar atención, pero desistió al cabo de cinco minutos, cuando sus ojos se habían desviado al menos diez veces hacia él.
Por fin, finalizó la agónica primera hora. Genial, gimnasia, pensó Cintia. Qué ganas tengo de hacer abdominales. Voy a intentar buscar una excusa para no...
-Hola, Cintia.
Se volvió sobresaltada, y se topó con su estilizada figura.
-Ah, eres tú... - murmuró ella.
-Hola - repitió él -. Mucho gusto me llamo "Tú" - continuó sarcásticamente.
-Nick - precisó ella -. No lo he olvidado - murmuró por lo bajo. Nick esbozó una amplia sonrisa. Nuevo estremecimiento. - Oye, no sé tú, Nick, pero yo no quiero llegar tarde a gimnasia. Hasta luego.
-Te acompaño. Me parece que tengo la misma clase que tú. Al estar en el mismo aula creo que tenemos las mismas asignaturas. - No había duda, le gustaba el sarcasmo.
-Estupendo. Andando hacia el polideportivo.
Tras cambiarse la ropa, Cintia se encontró con un círculo donde sus compañeros calentaban. Al menos, pensó, puedo ponerme en la otra punta del círculo. Lo más lejos posible de él.
-¡Haced parejas! - ordenó el profesor. Cintia ya se giraba para mirar a su pareja, el compañero de al lado, cuando añadió: -¡Con el compañero que tienen en frente, al extremo contrario!
Al otro lado del círculo, Nick sonreía. Otra vez aquella sensación.
La clase transcurrió lenta y pesadamente, con frases secas y cortantes a cada intento de conversación por parte de él. Y así, otras dos semanas más.

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