El teléfono sonó. Yo conocía ese número, pero ese día había algo distinto. Parecía como si la persistente melodía me avisara de algo. Pero... ¿de qué? Descolgué el aparato. ¿Diga?
-Hola. Tengo que comentarte una cosa - algo en su tono de voz me alarmó. Yo sabía que por teléfono no solía ser muy expresivo, pero lo conocía demasiado bien como para no notar la diferencia.
-Dime, te escucho - traté de aparentar que no había notado nada, pero la voz me salió demasiado baja, tal vez ridícula.
-Necesito que te pases por mi portal. En cinco minutos, ¿vale? Te espero.
Ya había colgado cuando recuperé el habla. Me vestí, a tal rapidez que ni me preocupé de mi aspecto. A los dos minutos estaba allí. Jadeando, me acerqué a él. Y comenzó a hablar. A cada palabra que pronunciaba, mi mundo iba perdiendo los colores, uno por uno, hasta quedar pintado de blanco y negro.
-Me marcho. Mis padres han encontrado un puesto de trabajo mucho más remunerado, y no precisamente cerca - tomó aire, y lo soltó de un tirón-. Nos mudamos a Alemania.
Negro. Todo negro. Palidecí y le miré con los ojos muy abiertos.
-¿Hasta cuando? - Me miró con cansancio, y las palabras que pronunció después eliminaron hasta el negro de mi universo; ya no quedaba nada.
-Hasta siempre.
No era posible. Mi mejor amigo se iba. Para siempre. Le miré. Mis lágrimas ya hablaban por mí, pero murmuré:
-Por favor... por favor, no te vayas. Te necesito a mi lado. Eres mi mejor amigo, no puedes dejarme sola... por favor... - mi voz se quebró.
-No te dejaré. No mientras me recuerdes. - Hizo una pausa. - Estaré en cada latido de tu corazón cuando te enfrentes a lo desconocido. Nunca lo olvides.
Le dí el mayor abrazo que nunca le había dado a nadie, y le susurré al oído:
-No voy a prometerte que no soplarán vientos fríos, por eso, cuando encuentres tiempos difíciles y te rodeen los miedos, envuelve mi cariño a tu alrededor. Nunca estarás solo, ¿me oyes?
Él correspondió a mi abrazo de buena gana. Mis sollozos mojaron su camiseta, y el tiempo transcurrió lentamente entre lágrima y lágrima.
Y así me encontraba cuando sonó el despertador.
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