Sin embargo, sea lo que sea lo que me hace querer vivir, se ha asentado dentro de mí, y no me tranquilizaré hasta que mis manos estén en el aire y yo esté corriendo, corriendo hacia ningún lugar y hacia todos los lugares tan rápido como pueda. Solo quiero correr, vivir. Puede que esta sea la gris esperanza para el futuro. Quizás es la angustia adolescente, el deseo de alejarse. O tal vez, solo tal vez, es porque estoy destinada a algo más que esto.
Simplemente, pequeños relatos que tratan de emocionarte, pretenden que afrontes la vida desde otro punto de vista y, sobre todo, intentan hacerte sonreír. Y sube el volumen ;)
Mostrando entradas con la etiqueta Reflexiones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Reflexiones. Mostrar todas las entradas
viernes, 2 de noviembre de 2012
Quizás.
Sin embargo, sea lo que sea lo que me hace querer vivir, se ha asentado dentro de mí, y no me tranquilizaré hasta que mis manos estén en el aire y yo esté corriendo, corriendo hacia ningún lugar y hacia todos los lugares tan rápido como pueda. Solo quiero correr, vivir. Puede que esta sea la gris esperanza para el futuro. Quizás es la angustia adolescente, el deseo de alejarse. O tal vez, solo tal vez, es porque estoy destinada a algo más que esto.
martes, 28 de febrero de 2012
Y de pronto...
Yo reía, y corría por el bosque sin preocuparme de nada. No me había sentido así en mi vida, pero era reconfortante no depender de nadie más para poder sentir la felicidad revoloteando en mi interior. De pronto, algo frenó mi paseo. No veía nada que pudiera estar impidiéndome el paso, pero no podía continuar en esa dirección. Lo que había en frente de mis ojos era el mismo paisaje que se extendía detrás de mí; bueno, exactamente el mismo no, pero seguía habiendo árboles por todas partes y el cielo también estaba rojizo por la inminente puesta de sol. Traté de palpar lo que quiera que estuviera frenándome, pero no era sólido, sino que iba poco a poco aminorando el avance de mis manos hasta que parecía que tiraran de mí con exactamente la misma fuerza que yo ejercía. No puede ser, me dije, pero ahí estaba, real y palpable... bueno, no tan palpable, pero se podía percibir. Ya me disponía a dar media vuelta para no preocuparme más por ello, cuando vi a alguien. No me fijé en su rostro, pero era indudablemente una chica de mi edad, quizás un poco mayor. Una pequeña punzadita en el corazón me trajo un aluvión de recuerdos, todos de mi vida antes de llegar al bosque, es decir, hacía un par de días que me habían parecido una eternidad. En todos aparecía ella, o él, mi mejor amiga y mi mejor amigo, y hasta ese momento no me había dado cuenta de cuánto los echaba de menos. Estúpido orgullo, pensé, siempre entre nosotros para hacer la vida un poco más dura. Y tomé una decisión. Se acabó.
Y en ese instante, sin saber muy bien cómo, estuve segura de que podría pasar.
jueves, 15 de diciembre de 2011
Y como siempre, sigo sin hacer caso.
La gente siempre me dice: no, Marina, ¿no te das cuenta de quién es? ¿De su pasado? ¿De tu presente? ¿De vuestro futuro?
Claro que me doy cuenta, pero lo ignoro siempre que puedo, y cuando no puedo dejo caer algunas lágrimas y me muerdo el labio por ser lo suficientemente estúpida para ignorar al universo entero, el cual está gritando que lo peor de mi error es que me estoy engañando a mí misma intentando creer que está bien, que en el fondo es una buena persona y de verdad todo esto no es más que una estúpida locura de adolescente.
Claro, es muy fácil decir a otra persona "haz esto" o "no hagas esto otro". Ahora cúmplelo tú, a ver si es tan fácil. Si, es una tontería, un simple capricho de la vida, lo sé perfectamente. Y sé también que él no es la elección más correcta, pero no se puede evitar. ¿Acaso el corazón entiende de circunstancias? ¿De edades? ¿De físico? ¿De algo? No, claro que no. Y por esta solemne gilipollez una se enamora (si es que puede llamarse así) de un tío que es todo lo contrario a ella misma y que está claro que su historia no terminará con un "y fueron felices y comieron perdices", sino con un gran "y su relación terminó en desastre por sus enormes diferencias". Por mí eso sería genial, porque al finalizar el relato cerraría el libro con una sonrisa, tal vez de tristeza, o de impotencia ante no poder evitar todo lo acontecido en la historia.Pero no; en la realidad, cruel realidad, no se cierra la cubierta del libro cuando no agrada el desarrollo de la historia, al igual que no se cierran los ojos ante los percances, por el simple hecho de que esa acción no disolverá los problemas. No, en la realidad todos interpretamos un papel, y no hay nadie detrás de las cámaras para decir "¡Corten! No está saliendo como nosotros queríamos. ¡Otra vez desde arriba!". En la vida es: o juegas bien o no hay vuelta atrás.
Forever Stupid.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
No intentes buscar coherencia... no la hay.
Otra vez igual. Espera, lo conseguí... se me fue. ¿O debería decir que volvió? No lo entiendo ni yo, ni siquiera tiene lógica lo que acabo de anotar en mi libreta de apuntes de Geografía. Todo por su culpa, ¿o debería decir por la mía? No lo sé, porque la que soy demasiado estúpida soy yo, pero él es el causante de mi estúpidamente estúpida frase escrita ante mis ojos, en la que no se sabe qué estupidez pone. Porque entre las palabras, encontrando huecos entre los símbolos que las forman, se encuentra cada letra que compone su nombre. Venga, otro pequeño esfuerzo... nada, no merece la pena. Me rindo. En el momento en el que esa derrota se percató de su victoria, no digo miles, pero si un par de recuerdos a los que no les había concedido importancia antes tomaron forma en mi mente y me reproché a mi misma, tal vez por enésima vez, o tal vez más, no haber tenido el suficiente tacto para no haber provocado lo que ahora sucedía. Le perdí. Lo veía en cómo me ignoraba, en cómo cuando miraba en mi dirección yo era un cristal transparente para él, en cómo había cambiado su carácter, por lo menos bajo mi punto de vista. En todo.
Le perdí. Por el día tonto, o por el tonto de todos los días. El bolígrafo se me escurre entre las manos, pero no me importa. Le perdí.
lunes, 7 de noviembre de 2011
Hoy me apetece...
Dream your dream. |
No soñé nada.
martes, 25 de octubre de 2011
¿Y si...
-Venga, pequeño. Cómete la sopa.
-¡No!
-Sí, que son solo tres cucharadas.
-Mmm... - él seguía con la boca cerrada.
-Vamos a ver. No voy a hacer como cuando tenías dos años, que la cuchara era un avión que pedía permiso para aterrizar. Creo que después de tres años ya eres demasiado mayor para eso.
-¡Pero mamá! - aproveché ese momento para introducir un poco del líquido en su diminuta boca.
-Vamos, que ya sabes que, si no te comes la sopa, vendrá el hombre de la bolsa - bromeé.
Él se quedó pensando, y la frase que dijo a continuación se me quedaría grabada para el resto de mi vida.
-Mamá... ¿y si el hombre de la bolsa tampoco se quiere tomar la sopa?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)